El banco central de Sri Lanka dijo a principios de esta semana que fijaba el límite superior de la rupia en 230 por dólar, devaluándola efectivamente en casi un 15%.

Por su parte, el Ministerio de Finanzas limitó el miércoles las importaciones de 367 artículos no esenciales, como el pescado, el calzado y el vino, y dijo que sólo los titulares de licencias válidas podrán importarlos en cantidades limitadas.

Pero los expertos y los representantes de la industria advirtieron que las medidas -tomadas con la intención de impulsar las exportaciones, desincentivar las importaciones y ahorrar divisas para artículos esenciales como el combustible y los medicamentos- podrían infligir más dolor a la economía.

"Más del 60% de las importaciones se destinan a las exportaciones de valor añadido", dijo a Reuters un representante del sector de las importaciones bajo condición de anonimato, dada la sensibilidad del tema.

"Hace dos años que el gobierno empezó a imponer límites a las importaciones, pero no han ayudado a la economía. Estos límites sólo aumentan la burocracia, obstaculizan el comercio y reducen los ingresos del gobierno".

El gobierno comenzó a imponer restricciones en marzo de 2020 para evitar una reducción de sus reservas de divisas, que habían caído a unos escasos 2.310 millones de dólares a finales de febrero de este año, con más de 4.000 millones de dólares en reembolsos de la deuda externa que vencen en lo que queda de 2022.

Se espera que la devaluación de la rupia, según el portavoz del Gabinete, atraiga las remesas y desaliente las importaciones.

Sin embargo, algunos se quejaron de que la medida se produjo sin una advertencia adecuada.

"La repentina flotación de la rupia ha provocado un caos", dijo Harpo Gooneratne, del Colectivo de Restaurantes de la Ciudad de Colombo, advirtiendo que el aumento de los costes tendrá que repercutir en los consumidores.

"Es posible que los restaurantes no puedan soportar el golpe. Algunos ya están estudiando la posibilidad de hacer pedidos a granel de artículos como la harina, la carne, la mantequilla y el queso, pero eso no es sostenible."

Gooneratne, que posee 10 restaurantes en Colombo, advirtió que los límites a las importaciones, incluidos los de cigarros, cerveza y vino, podrían afectar al turismo, que el gobierno ha estado promoviendo agresivamente para impulsar los ingresos en divisas y la recuperación económica.

La inflación alimentaria de Sri Lanka alcanzó el 25,7% en febrero, impulsada por la subida de los precios mundiales de las materias primas y los problemas de abastecimiento, y los analistas creen que las medidas adoptadas por el gobierno y el banco central podrían tener un efecto aún más perjudicial.