El arbitraje sobre fusiones y adquisiciones, o "merger arb" en la jerga de los especialistas, sigue siendo un ejercicio peligroso cuando lo intentan aficionados.
A veces, los "spreads" -la diferencia entre el precio de un valor y el precio ofrecido por un comprador- pueden hacer salivar, pero rara vez son demasiado generosos porque sí.
Los arbitrajistas en ciernes que tan bien lo habían hecho con Twitter y Activision -dos situaciones complejas y cambiantes- quizás habían tendido a olvidar esto cuando se apresuraron a adquirir acciones de la aerolínea estadounidense Spirit Airlines.
A mediados del verano de 2022, JetBlue ofreció comprar la aerolínea de bajo coste a una valoración de 33,50 dólares por acción. El mercado nunca se lo creyó, y el precio de las acciones de Spirit se mantuvo por debajo de los 20 dólares durante la mayor parte de 2023. A primera vista, la oportunidad no carecía de atractivo.
Sólo en apariencia, porque ayer los tribunales estadounidenses se pronunciaron en contra de la absorción y fusión de las dos compañías. La razón aducida fue la necesidad de proteger a los consumidores, presumiblemente los menos pudientes, el mismo público al que se dirige Spirit. Tras el veredicto, el precio de las acciones cayó un 47%.
Las mentes burlonas señalarán que JetBlue podrá sin duda recomprar los activos de Spirit una vez que ésta se haya declarado en quiebra. Es difícil ver cómo la compañía podrá sostener su modelo de negocio a largo plazo si sigue por su cuenta.
A pesar de su fuerte crecimiento, opera con pérdidas y su dinámica financiera se caracteriza por una hemorragia de efectivo año tras año. Para financiarse, Spirit se ha endeudado hasta niveles insostenibles; su capitalización bursátil actual representa sólo el 13% de su valor de empresa.
Sólo una adquisición podría salvar a Spirit, con la esperanza de que las sinergias derivadas de su integración -siempre más evidente en la teoría que en la práctica- en un actor de mayor escala hicieran viable su operación. Desgraciadamente, esta esperanza se vio truncada ayer por los tribunales estadounidenses.
Nos preguntamos por la actitud del regulador, ya que es difícil ver cómo llevar a Spirit a la quiebra ayudaría a los clientes de la compañía. Para JetBlue, en cambio, la noticia no es necesariamente negativa: con un poco de suerte, la compañía podrá comprar los activos de Spirit a precio de saldo si Spirit entra en suspensión de pagos.
El mercado, que ha acertado de pleno, ha acogido con satisfacción la noticia y ha impulsado inmediatamente la cotización de JetBlue.
Spirit Airlines, Inc. ofrece viajes asequibles a huéspedes preocupados por el valor (Guests). La flota de aviones Airbus de la compañía es una de las más eficientes en consumo de combustible de Estados Unidos. Sirve aproximadamente 93 destinos en 15 países de Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe. Su modelo de negocio de aerolínea de ultra bajo coste (ULCC) le permite competir principalmente ofreciendo a sus clientes tarifas base desagregadas que eliminan los componentes tradicionalmente incluidos en el precio de un billete de avión. Proporciona opciones de viaje personalizables a partir de una tarifa no incluida. Esto permite a sus Huéspedes pagar sólo por las opciones que elijan como maletas, asignación de asientos, refrescos y Wi-Fi - algo que la Compañía denomina A La Smarte. La Compañía opera el Spirit Saver$ Club, que es un programa de fidelidad basado en suscripciones que permite a sus miembros acceder a tarifas extra-bajas no publicadas, así como a precios con descuento en maletas y asientos, embarque abreviado y seguridad. También opera el programa de fidelidad Free Spirit.