Encabezados por Greenpeace, a los activistas se unieron residentes locales que afirman que las instalaciones de la empresa india en la ciudad costera son responsables de los altos niveles de metales pesados en los suelos cercanos.

Tata dijo que respetaba el derecho de los manifestantes a manifestarse pero les instó a abandonar las instalaciones por su propia seguridad, añadiendo que no podía cerrar las instalaciones durante el transcurso de la protesta.

Un grupo de manifestantes utilizó embarcaciones para colgar una pancarta en la que se leía "Tata Steel, nos dais asco" en el puerto donde la instalación recibe carbón y mineral de hierro.

La instalación está siendo examinada por organismos medioambientales y la fiscalía investiga una supuesta contaminación intencionada de las aguas subterráneas cercanas, algo que Tata niega.

"En primer lugar, las fábricas de coque deben cerrar", declaró Faiza Oulahsen, de Greenpeace. "Allí se liberan nubes venenosas casi todos los días... Eso tiene que acabar", dijo.

Tata, el mayor emisor de dióxido de carbono que calienta el planeta en los Países Bajos, tiene planes para cambiar a la fabricación de acero "verde" a base de hidrógeno, un proceso que puede llevar dos décadas si recibe financiación.