Los grandes bancos estadounidenses superaron el miércoles el chequeo anual de la Reserva Federal, en un voto de confianza para un sector que aún se recupera de las turbulencias de principios de año y que se enfrenta a unas perspectivas económicas inciertas.

El ejercicio de "prueba de resistencia" de la Reserva Federal demostró que los prestamistas, incluidos JPMorgan Chase, Bank of America, Citigroup , Wells Fargo, Morgan Stanley y Goldman Sachs, tienen suficiente capital para capear una grave recesión económica, lo que les allana el camino para emitir recompras de acciones y dividendos.

Los 23 bancos analizados, todos ellos con más de 100.000 millones de dólares en activos cada uno, sufrirían un total combinado de 541.000 millones de dólares en pérdidas en el escenario de recesión severa de la Fed, pero seguirían teniendo más del doble del capital exigido por sus normas.

Entre los que obtuvieron mejores resultados se encuentran Charles Schwab Corp. y las operaciones estadounidenses del Deutsche Bank, mientras que los prestamistas regionales Citizens Financial Corp. y US Bancorp fueron los más rezagados del grupo.

Goldman Sachs registró la mayor proporción de pérdidas en préstamos inmobiliarios comerciales. State Street registró el mayor coeficiente de capital de los bancos de importancia sistémica mundial.

Los 541.000 millones de dólares de pérdidas totales previstas incluían más de 100.000 millones en pérdidas de inmuebles comerciales e hipotecas residenciales, y 120.000 millones en pérdidas de tarjetas de crédito, según la Reserva Federal.

Ahora se permitirá a los prestamistas devolver el exceso de capital a los accionistas, aunque los analistas esperan que los desembolsos sean ligeramente inferiores este año debido a la incertidumbre económica y a las inminentes nuevas normas de capital.

Los prestamistas podrán anunciar sus planes de recompra de acciones y dividendos después del cierre de las operaciones del viernes, dijeron los funcionarios de la Fed.

Bajo el

prueba anual

establecida tras la crisis financiera de 2007-2009, la Fed evalúa cómo se comportarían los balances de los bancos ante una hipotética recesión económica grave.

La prueba de este año se produce tras el colapso del Silicon Valley Bank y de otros dos prestamistas regionales a principios de año. Esos bancos se encontraron en la

extremo equivocado

de las subidas de los tipos de interés de la Fed, sufriendo grandes pérdidas no realizadas en sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense que asustaron a sus depositantes no asegurados.

Esa crisis puso en el punto de mira el rendimiento de los prestamistas medianos y regionales, que consiguieron mantenerse por encima de los niveles de capital exigidos pero registraron algunos de los colchones de capital más bajos.