Rusia sufrió un aluvión de sanciones occidentales cuando invadió Ucrania en febrero del año pasado, lo que acabó provocando una contracción del producto interior bruto del 2,1% en 2022, un descenso mejor de lo esperado que Moscú pregonó como prueba de su resistencia económica.

El PIB aumentó un 3,3% en abril, según las estimaciones del ministerio de Economía, mientras que las ventas al por menor y la producción industrial mostraron un fuerte crecimiento en términos anuales, según el servicio estadístico Rosstat, beneficiándose del bajo efecto base del año pasado.

Los datos intermensuales no fueron tan indulgentes. Las ventas al por menor, un indicador clave de la demanda de los consumidores, cayeron un 0,1% respecto a marzo y la producción industrial descendió un 5,0%. Excluyendo los factores estacionales, el crecimiento económico se ralentizó hasta el 0,2% en abril, según el ministerio.

Mientras tanto, los beneficios empresariales del primer trimestre se desplomaron un 22,3% interanual y la inversión de capital se situó en sólo el 0,7%, por debajo del 13,8% del mismo trimestre del año anterior.

El aumento de la producción militar y el enorme gasto estatal han mantenido en auge sobre todo a la industria rusa, limitando el golpe económico, pero la vuelta a la prosperidad a largo plazo sigue estando muy lejos, incluso según las propias previsiones económicas rusas.

Uno de los principales problemas es el mercado laboral, sobre el que el banco central ha advertido repetidamente que plantea riesgos inflacionistas, incluso cuando los funcionarios del gobierno han presentado al pueblo un alto nivel de empleo como una marca de salud económica.

La escasez de trabajadores, combinada con la debilidad del rublo y la incertidumbre general, es uno de los principales factores que frenan el crecimiento industrial de Rusia, según Sergei Tsukhlo, economista del Instituto Gaidar de Rusia.

Según él, la industria rusa está experimentando su mayor nivel de escasez de personal desde 1996.

El mercado ruso ha cambiado drásticamente desde que comenzó la guerra de sanciones, dijo Tsukhlo, y tanto las marcas de gran consumo como las caras han abandonado el país.