La potente tormenta del 10 de septiembre provocó la rotura de dos presas, inundando la ciudad oriental libia de Derna y matando a miles de personas. Los bloques de viviendas construidos a lo largo de una ribera típicamente seca se derrumbaron, ya que el río crecido socavó los cimientos.

La construcción en llanuras aluviales, el mal estado de las presas, el prolongado conflicto armado y otros factores locales desempeñaron un papel en el desastre.

Pero el cambio climático provocó hasta un 50% más de lluvias durante ese periodo, según los científicos de World Weather Attribution, una colaboración internacional de investigación que trabaja para determinar en qué medida el cambio climático influye en fenómenos meteorológicos concretos.

Los científicos advirtieron de que, a medida que el cambio climático lleve el tiempo a nuevos extremos, seguirá siendo arriesgado construir viviendas en llanuras inundables o utilizar materiales deficientes.

"La interacción de estos factores, y las lluvias muy intensas que se vieron agravadas por el cambio climático, crearon la destrucción extrema [en Libia]", escribieron los científicos en un comunicado.

Utilizaron simulaciones climáticas e informáticas para comparar los fenómenos meteorológicos actuales con los que podrían haber sido si el clima no se hubiera calentado ya 1,2 grados centígrados por encima de la temperatura media preindustrial.

Las precipitaciones pueden aumentar o volverse más erráticas con el cambio climático, ya que una atmósfera más cálida puede retener más vapor de agua, lo que permite que se acumule más humedad antes de que las nubes acaben por romperse.

Según la investigación de los científicos, la tormenta "extremadamente inusual" provocó un 50% más de lluvia de la que habría caído si no hubiera calentamiento global. Un acontecimiento así puede esperarse una vez cada 300-600 años en el clima actual, señalaron.

Mientras tanto, el cambio climático también provocó un aumento de hasta el 40% en la cantidad de lluvia que cayó a principios de septiembre en todo el Mediterráneo, causando inundaciones que mataron a docenas de personas en Grecia, Bulgaria y Turquía.

"El Mediterráneo es un punto caliente de peligros alimentados por el cambio climático", afirmó Friederike Otto, climatóloga del Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente, citando las olas de calor y los incendios forestales que se produjeron en la región durante el verano.