Truss es la política británica más conocida que visita Taiwán desde la ex primera ministra Margaret Thatcher en la década de 1990, y su viaje se produce en un momento en que las relaciones entre Gran Bretaña y China son las peores en décadas.

Ella representa a un ala de línea dura del gobernante Partido Conservador que se opone al enfoque del gobierno británico hacia China, que implica tratar de comprometerse en áreas como el comercio y el cambio climático mientras intenta limitar las amenazas a la seguridad nacional.

En contraste con los intentos del presidente francés, Emmanuel Macron, de distanciar a Europa de cualquier implicación en un conflicto sobre Taiwán, Truss dirá que sería "completamente irresponsable" que las naciones europeas argumentaran que la isla está demasiado lejos o no es importante.

China reclama Taiwán como propio y no ha renunciado al uso de la fuerza para garantizar una eventual unificación. Pekín ha condenado anteriormente las visitas de legisladores británicos a Taiwán por lo que califica de injerencia en los asuntos internos de China.

"Debemos apoyar a las democracias libres como Taiwán frente a la agresión de un régimen chino cuyo historial está demasiado claro para que el mundo lo vea", dirá Truss, según extractos de su discurso. "La única opción que tenemos es si apaciguamos y acomodamos - o tomamos medidas para evitar el conflicto".

Tras verse obligada a abandonar su cargo en un tiempo récord de 49 días el pasado mes de octubre por unos recortes fiscales sin financiación que sacudieron los mercados financieros, Truss ha pronunciado discursos destinados a reconstruir su reputación política y a añadir presión sobre su sucesor, Rishi Sunak, para que adopte una postura más firme en una serie de cuestiones.

Un portavoz de la embajada china en Londres criticó su visita, calificándola de "peligroso espectáculo político que no hará más que perjudicar al Reino Unido".

En el intento más claro de explicar el enfoque británico hacia China bajo Sunak, el ministro de Asuntos Exteriores, James Cleverly, declaró el mes pasado que sería un error aislar a Pekín y que es necesario un compromiso en ámbitos como el cambio climático.

"Todavía hay demasiados en Occidente que intentan aferrarse a la idea de que podemos cooperar con China en cuestiones como el cambio climático", dirá Truss. "Sin libertad y democracia no hay nada más".