Sri Lanka está sufriendo su peor crisis económica en décadas.

"Me han dado un mandato de cinco años. No volveré a disputarlo", dijo Rajapaksa el lunes en una entrevista en su residencia oficial de Colombo.

Los manifestantes antigubernamentales culpan a Rajapaksa y a su familia de las decisiones que han provocado una grave escasez de todo tipo de productos, desde el combustible hasta las medicinas, avivando una inflación del 40% y forzando un impago histórico de la deuda.

Miles de manifestantes han acampado frente a la oficina del presidente junto al mar desde mediados de marzo, obligándole a retirarse a su residencia oficial atrincherada a un kilómetro de distancia.

La caída en picado de la economía desembocó en la agitación política con la dimisión del viejo hermano del presidente - Mahinda Rajapaksa - como primer ministro de la nación, después de que los enfrentamientos entre los partidarios del gobierno y los manifestantes se volvieran sangrientos en mayo.

Gotabaya Rajapaksa y su nuevo primer ministro, Ranil Wickremesinghe, buscan ahora unos 4.000 millones de dólares de ayuda para este año del Fondo Monetario Internacional y de países como India y China.

La rupia de Sri Lanka ha perdido cerca del 82% en el último año y el banco central señaló el lunes la posibilidad de una nueva corrección. La deuda de la nación cotiza en un territorio de gran dificultad.