El gobierno se ha fijado el objetivo de lograr un superávit presupuestario primario para el año fiscal 2025, que, según dijo, podría estar "a la vista" si los responsables políticos siguen esforzándose por estimular el crecimiento y frenar el gasto en seguridad social para hacer frente al rápido envejecimiento de la población.

El hecho de que el gobierno mantenga o abandone este objetivo - que excluye la venta de nuevos bonos y los costes del servicio de la deuda - servirá como prueba de fuego para el compromiso de Kishida con las reformas fiscales.

Kishida, conocido desde hace tiempo como un halcón fiscal, ha dado prioridad a la recuperación económica de la crisis del COVID-19 sobre las reformas fiscales a largo plazo desde que asumió el cargo en octubre.

"Confirmamos que la situación actual no justifica ningún cambio en el año objetivo para lograr el equilibrio presupuestario", dijo Kishida en una reunión de su máximo grupo de asesoramiento económico, que revisó el objetivo fiscal.

"Sin embargo, llevaremos a cabo (una nueva) revisión, según sea necesario, siguiendo las situaciones, mientras vigilamos cuidadosamente las condiciones económicas dentro y fuera de Japón, ya que no podemos librarnos de incertidumbres como el impacto del coronavirus".

Kishida reiteró que tomará todas las medidas posibles para encaminar la economía hacia la recuperación de la crisis del COVID-19 y que no dudará en desplegar el gasto fiscal para hacer frente a la pandemia.

El comentario de Kishida siguió a las proyecciones del gobierno de que Japón podría alcanzar un superávit presupuestario primario en el año fiscal 2026 suponiendo un escenario optimista para el crecimiento económico, y añadió que los déficits podrían persistir durante una década en el caso de una recuperación más modesta.

Las perspectivas fiscales, que se publican dos veces al año, ponen de manifiesto los retos que tiene el endeudado gobierno para poner en orden sus finanzas, incluso cuando unos ingresos fiscales superiores a los previstos podrían adelantar el plazo para equilibrar el presupuesto en un año respecto a la última previsión.

Su más reciente reiteración del objetivo incluía también la advertencia de que se revisaría, cuando se publicaran las proyecciones fiscales revisadas, para tener en cuenta las consecuencias de la pandemia.

La deuda pública de Japón es más del doble del tamaño de su economía de 5 billones de dólares, la tercera más grande del mundo, lo que la convierte en la nación más endeudada del mundo industrial como resultado de décadas de gasto masivo destinado a reactivar el crecimiento.

El escenario más halagüeño del gobierno se basaba en un crecimiento anual superior al 2% en términos reales y al 3% en términos nominales, algo que rara vez se ha visto desde el estallido de la burbuja de activos a principios de la década de 1990. El escenario más modesto, o de referencia, supone un crecimiento real de alrededor del 1% y un crecimiento nominal de alrededor del 1,5%.