Los líderes de la Unión Europea están debatiendo la idea de poner un tope a los precios del gas importado, incluido el ruso, y al menos 15 países del bloque de 27 naciones están presionando para que se establezca dicho límite de precios con el fin de frenar los precios de la energía y la inflación récord de los consumidores.

Pero varios países de la UE, entre ellos Alemania, se muestran escépticos, recelosos de que un tope de precios distorsione las señales de precios del mercado y provoque un mayor consumo. También podría poner en peligro la seguridad del suministro, ya que los vendedores podrían no aceptar suministrar a un precio fijado por un cártel gubernamental de la UE.

"Sencillamente, no funcionará. El resultado será que tendremos menos gas en Europa, a un precio más alto, contradiciendo el propósito original", declaró a Reuters en una entrevista Balazs Orban, director político del primer ministro húngaro.

"Para Hungría esto no es aceptable porque los rusos ya han dicho muy claramente que si esto ocurre no enviarán más gas a Hungría, lo que desde el punto de vista de la seguridad energética sería inaceptable para nosotros", dijo.

"Así que si la Unión Europea toma la decisión de que quiere un tope de precios, tendría que haber un modelo especial o una excepción para Hungría, como ocurrió con el petróleo", dijo Orban.

Sin salida al mar y muy dependiente de las entregas de crudo ruso por oleoducto, Hungría se aseguró una exención en junio cuando el resto de la UE acordó dejar de comprar petróleo ruso a partir de diciembre.

Hungría ya está luchando contra los vientos en contra de su economía, ya que su moneda, el forint, ha caído a mínimos históricos frente al euro por la decisión del banco central húngaro en septiembre de no seguir subiendo los tipos de interés a pesar de que la inflación alcanzó el 20%.

Orban dijo que la decisión del banco central de septiembre, revocada bajo la presión de los mercados el 17 de octubre, cuando subió los tipos de interés, era una decisión independiente suya, y que el gobierno tenía plena confianza en el gobernador del banco central, Gyorgy Matolcsy.

La divisa húngara también está bajo presión porque el mes pasado la Comisión Europea recomendó suspender fondos por valor de 7.500 millones de euros (7.290 millones de dólares) por lo que considera un fracaso de Hungría en la lucha contra la corrupción y el respeto del Estado de derecho.

Orban se mostró optimista de que Budapest resolverá la cuestión con la Comisión a mediados de noviembre.

"Creo que para mediados de noviembre cumpliremos todos los requisitos de la Comisión y espero que obtengamos luz verde", dijo.