La economía japonesa creció menos de lo estimado inicialmente en el segundo trimestre debido a la caída del gasto de capital, según mostraron el viernes los datos revisados del Gobierno, lo que sugiere que el aumento de la incertidumbre en el exterior está pesando sobre la confianza empresarial.

Los datos ponen de relieve la fragilidad de la recuperación económica de Japón, ya que las exportaciones se enfrentan a los vientos en contra de la caída de la demanda china y a las consecuencias de las agresivas subidas de los tipos de interés en Estados Unidos.

El producto interior bruto (PIB) de Japón creció un 4,8% anualizado en abril-junio, frente a una estimación preliminar de crecimiento del 6,0%. Esto contrasta con la previsión media del mercado de una expansión revisada del 5,5%.

La expansión de abril-junio se traduce en un aumento intertrimestral del 1,2%, según los datos publicados por la Oficina del Gabinete, frente a una lectura preliminar de un aumento del 1,5% y la previsión de los economistas de un aumento del 1,3%.

El gasto de capital cayó un 1,0% en abril-junio con respecto al trimestre anterior, frente a una lectura preliminar plana, lo que pone en duda la opinión del banco central de que un gasto corporativo robusto apuntalará la economía japonesa tras la pandemia. La lectura revisada se comparó con una previsión mediana del mercado de un descenso del 0,7%.

El consumo privado, que representa más de la mitad de la economía, cayó un 0,6% intertrimestral en el periodo abril-junio, frente al descenso preliminar del 0,5%.

Las exportaciones se mantuvieron sólidas por el momento, con una demanda exterior neta que contribuyó en 1,8% al crecimiento del PIB, sin cambios respecto a la lectura preliminar.

La economía japonesa ha visto retrasada este año su recuperación de las cicatrices de la pandemia del COVID-19, ya que el aumento del coste de la vida y el debilitamiento de la demanda mundial enturbian las perspectivas.

Ante tales incertidumbres, los responsables políticos del Banco de Japón han subrayado su determinación de mantener la política monetaria ultra laxa hasta que la reciente inflación impulsada por los costes se convierta en subidas de precios impulsadas por la demanda interna y un mayor crecimiento salarial. (Reportaje de Yoshifumi Takemoto y Leika Kihara; Edición de Sam Holmes)