Trussardi, cuyas prendas lucen el logotipo de un galgo, comenzó su andadura hace más de 100 años como fabricante de guantes de cuero con sede en la ciudad norteña de Bérgamo, cerca de Milán.

Al igual que otras marcas italianas que perdieron su brillo en el nuevo milenio a medida que luchaban por mantenerse al día con los gustos de los compradores que cambiaban rápidamente, ha estado luchando contra la disminución de sus ingresos.

La última crisis se produce después de que el impago a un socio distribuidor provocara la interrupción de las entregas de productos Trussardi, según una de las fuentes.

Tras la solicitud presentada ante un tribunal de Milán por la empresa, todos los miembros del consejo de administración, incluido el consejero delegado Sebastian Suhl, han dimitido, añadieron las fuentes.

Trussardi ha contratado a la firma asesora italiana 3X Capital para trabajar en una renovación que comience con recortes de costes, añadieron las fuentes, confirmando las informaciones aparecidas en la prensa italiana e internacional.

Trussardi declinó hacer comentarios, mientras que no fue posible contactar con 3X Capital para que hiciera comentarios.

Los ingresos anuales de Trussardi se han reducido a unos 80 millones de euros, mientras que la deuda asciende a 50 millones de euros, dijeron las fuentes.

Trussardi es propiedad mayoritaria del fondo de inversión italiano QattroR, que en 2019 compró su participación a la familia Trussardi por unos 50 millones de euros.