Durante el fin de semana, el gobierno del presidente Gustavo Petro suspendió en tres provincias un alto el fuego bilateral con el EMC, una facción disidente de los ahora desmovilizados rebeldes de las FARC que rechaza un acuerdo de paz de 2016 con el Estado, después de que miembros del grupo atacaran a un grupo indígena y mataran a uno de sus líderes.

Las conversaciones forman parte de la política de paz total de Petro, que pretende poner fin al conflicto armado de casi seis décadas en el país, que ha causado la muerte de al menos 450.000 personas.

"La negociación con este grupo está seriamente dañada", dijo el experto en conflictos y analista Eduardo Pizarro.

La tensión aumentó el miércoles cuando Petro acusó al comandante del EMC, Iván Mordisco, de ser un narcotraficante "disfrazado de revolucionario".

Los comentarios de Petro provocaron la ira de Mordisco, que acusó al presidente izquierdista de promover "la guerra y el capitalismo" en un mensaje publicado en X.

Tras la suspensión del alto el fuego en los departamentos de Nariño, Cauca y Valle de Cauca, el ejército y la policía colombianos reanudaron las operaciones contra el EMC.

Aunque el alto el fuego se mantiene en otras zonas del país mientras prosiguen las conversaciones, una ruptura total de las negociaciones hará que se recrudezcan los combates, según los analistas.

"Si se rompen las negociaciones habrá un aumento del conflicto y de las hostilidades, con más ataques a los militares por parte del EMC y un incremento de los combates en medio de una ofensiva contra el grupo", dijo Henry Acosta, que ayudó a facilitar las negociaciones que condujeron a la desmovilización de las FARC en 2016.