Las empresas británicas prevén que hacer negocios en China será más difícil en los próximos cinco años, según advirtió el miércoles un grupo de presión empresarial británico, mientras Pekín se esfuerza por frenar la retirada de fondos extranjeros de un mercado que antaño se consideraba el motor del crecimiento mundial.

La Cámara de Comercio Británica en China afirmó en su documento de posición que las 48 medidas que Pekín ha introducido desde agosto para restablecer la confianza de los inversores se quedaban cortas respecto a una "apertura significativa" y que las tensiones geopolíticas pesaban mucho en la mente de los inversores británicos.

Aunque la inversión extranjera directa sólo representa el 3% de la inversión total en China, lleva dos años consecutivos cayendo y se había considerado una señal de confianza en la segunda economía mundial y una forma de agudizar la competitividad de las empresas chinas.

"Las empresas británicas aún no han visto que las medidas gubernamentales se traduzcan en una 'apertura significativa', y prevén que los obstáculos reglamentarios aumentarán en lugar de disminuir en los próximos cinco años", declaró la cámara.

"La confianza de las empresas británicas se ve aún más limitada por el creciente riesgo de que aumenten las tensiones comerciales debido a un entorno geopolítico complejo", añadió.

AstraZeneca, BP, Jaguar Land Rover, Standard Chartered y Rolls-Royce se encuentran entre los miembros de la cámara.

Las empresas extranjeras están siendo menos bienvenidas en China que antes de la pandemia, con el presidente Xi Jinping instando a la autosuficiencia y a que los funcionarios sigan adelante con un modelo de desarrollo centrado en la producción e impulsado por el endeudamiento, a pesar del rechazo de Occidente.

"Es evidente que China está trazando un nuevo rumbo en su relación con las empresas, pero es esencial que haya claridad en cuanto al papel de éstas", afirmó Julian Fisher, presidente de la cámara. "La ambigüedad actual es frustrante".

La cámara dijo que pedía a las autoridades que mejoraran la "percepción de China como un mercado predecible para los negocios" y que se comprometieran más con las empresas británicas, en particular sobre sus planes para encender nuevos motores de crecimiento y sospechar de su exceso de capacidad.

Los datos del Ministerio de Comercio chino mostraron un descenso del 8% en la inversión extranjera directa el año pasado. Un indicador más amplio del regulador del cambio de divisas, que incluye los flujos de beneficios no distribuidos, mostró un descenso de cerca del 80% en 2023, hasta los 33.000 millones de dólares. Fue la caída más pronunciada desde que comenzaron los registros en 1980.

"Si el gobierno puede introducir una mayor previsibilidad, claridad y transparencia a la hora de aplicar las políticas, contribuirá en gran medida a restablecer la confianza empresarial en el mercado", declaró la cámara.