Las reservas del banco central de Argentina están en su nivel más bajo en casi siete años, según muestran datos oficiales, ya que una dolorosa sequía obstaculiza las exportaciones de granos clave y una moneda en pesos débil obliga a las autoridades a gastar dólares para sostenerla.

Los datos preliminares del banco central muestran unas reservas brutas de poco más de 35.000 millones de dólares, las más bajas desde mediados de octubre de 2016, lo que se produce mientras el Gobierno lucha contra una inflación superior al 100% y tras una semana volátil para la cotización del peso.

La sangría de reservas ha llevado a Argentina a endurecer los controles de capital, desplegar incentivos para estimular la venta de soja y abrir conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la flexibilización de los objetivos de acumulación de reservas como parte de un acuerdo de deuda de 44.000 millones de dólares.

La caída de las reservas, de unos 4.000 millones de dólares desde finales de marzo y de 9.500 millones este año, se ha visto agravada por una de las peores sequías de la historia del país, que ha maltratado sus cosechas de soja y maíz, principales motores de los dólares de exportación.

"Absolutamente todos los fundamentos macro son mucho peores que en crisis monetarias anteriores", dijo la consultora Invecq.

El economista Gustavo Ber dijo que los ingresos por la venta de granos serían clave, con el gobierno esperando que un tipo de cambio preferencial del "dólar soja" pueda estimular más ventas este mes, después de haber quedado por debajo de las expectativas en abril.

"Estamos esperando mayores liquidaciones en el "dólar agrícola", y una acumulación de divisas", dijo.

"Se siguen sumando medidas para mitigar las tensiones cambiarias mientras las reservas netas del banco central siguen bajando a niveles críticos".