La crisis energética de Europa ha exacerbado los costes energéticos y logísticos de las empresas automovilísticas, mientras se tambalean por una serie de problemas en los últimos dos años, como la escasez de chips semiconductores, que han retrasado repetidamente la producción de vehículos.

Los fabricantes de automóviles también han señalado que la inflación está empezando a hacer mella en sus balances, ya que luchan contra la escasez de piezas y la escalada de los costes de las materias primas y la energía.

"Seguimos experimentando un aumento de los costes de las materias primas, del transporte y de la energía, así como de los salarios, en la mayoría de los mercados en los que operamos, y se espera que estas presiones persistan hasta 2023", dijo Magna en un comunicado.

La empresa, que fabrica piezas como la estructura de la carrocería, el chasis y la cadena cinemática para clientes como Ford Motor y Volkswagen, dijo que el recorte de las previsiones refleja una caída esperada en la producción de vehículos en Norteamérica y Europa y mayores ineficiencias operativas.

Magna ve ahora sus ventas anuales en un rango de 37.400 millones de dólares y 38.400 millones de dólares, frente a su previsión anterior de 37.600 millones de dólares y 39.200 millones de dólares.

La empresa, con sede en Aurora (Canadá), registró unos ingresos de 9.270 millones de dólares en el tercer trimestre, finalizado el 30 de septiembre, por encima de las expectativas medias de los analistas, que eran de 9.160 millones de dólares, según datos de Refinitiv.

Excluyendo elementos, los beneficios fueron de 1,07 dólares por acción, frente a las expectativas de 1,09 dólares por acción.