La semana pasada, los banqueros centrales disfrutaron del suave clima de Sintra, Portugal, en el marco del foro anual del BCE. Si esperaban algunos cambios en la política monetaria actual, sin duda se llevaron una decepción. Christine Lagarde reiteró su firme postura de situar la inflación en torno al 2% para finales de 2025. Su homólogo estadounidense, Jerome Powell, se muestra más o menos en la misma línea y no descarta seguir apretando las tuercas a partir de la próxima reunión de julio. Sin embargo, incluso el FMI, a través de su subdirectora gerente Gina Gopinath, se muestra algo irónico y considera ambicioso el objetivo, dado que "no hay precedentes históricos de una caída de la inflación de este tipo [...] sin provocar una grave recesión".
Al menos estamos avisados. Mientras tanto, los mercados de renta variable parecen estar adaptándose a este nuevo entorno, sobre todo porque las cosas no están tan mal. Bloomberg ha publicado un indicador de sorpresas económicas para la zona estadounidense. Y hay que decir que el pesimismo de los economistas no se ve confirmado por las estadísticas macroeconómicas.