El viernes, un nuevo Boeing 737 MAX 9 operado por Alaska Air sufrió la explosión de un panel de cabina, forzando un aterrizaje de emergencia en Portland, Oregón. El incidente, que se produjo en pleno vuelo con destino a Ontario (California), llevó a los reguladores estadounidenses a ordenar la inmovilización temporal de 171 aviones similares de pasillo único. La decisión de la Administración Federal de Aviación (FAA), sin embargo, está lejos de ser una prohibición completa indefinida de seguridad, a diferencia de la inmovilización en tierra de todos los jets de la familia MAX hace casi cinco años tras los graves accidentes de 2018 y 2019. El avión de Alaska Airlines fue entregado a finales de octubre y certificado a principios de noviembre.

El National Transportation Safety Board (NTSB) estadounidense anunció el domingo que la pieza que se desprendió del avión fue encontrada en un jardín de los suburbios de Portland (Oregón). El incidente provocó la cancelación de 170 vuelos de Alaska Airlines, lo que afectó a casi 25.000 clientes, y ha vuelto a poner a Boeing bajo escrutinio a la espera de la certificación de su MAX 7 más pequeño y su MAX 10 más grande. La EASA, homóloga europea de la FAA, ha declarado que ninguno de los B737MAX 9 implicados vuela en Europa.

Un avión con problemas

El reciente aterrizaje de emergencia es el último de una serie de problemas que rodean a los aviones B737MAX de Boeing. En octubre de 2018, un B737MAX de Lion Air se estrelló en Indonesia, matando a las 189 personas a bordo. A esto le siguió otro accidente fatal en marzo de 2019 que involucró a un B737MAX de Ethiopian Airlines, lo que llevó a una inmovilización mundial de todos los jets de la familia MAX.

En los años transcurridos desde estos incidentes, Boeing se ha enfrentado a numerosos desafíos, incluidos cierres de producción, retrasos en las pruebas de vuelo y demandas de supervisión de seguridad. A pesar de estos contratiempos, la FAA levantó la orden de inmovilización en noviembre de 2020, permitiendo que el 737 MAX volviera a volar. Sin embargo, Boeing siguió enfrentándose a problemas como problemas eléctricos, problemas de calidad de los proveedores y retrasos en las entregas.

¿Otra vez?

Boeing ha pasado varios años difíciles tras los contratiempos sufridos en varios programas importantes, incluida la versión modernizada de su superventas B737. En los últimos años, la empresa estadounidense ha perdido mucho terreno frente a Airbus y su familia A320neo en el segmento de los aviones de pasillo único. De hecho, la acción perdió un tercio de su valor en 2020, antes de volver a caer en 2021 y 2022, excluyendo el pago de dividendos. El repunte del 37% en 2023 ha restaurado la reputación de la acción, aunque sigue cotizando a la mitad de su valor de hace cinco años. Este último episodio de la saga del B737MAX corre el riesgo de socavar una vez más la confianza en la capacidad de la dirección para poner orden en su casa.