En Sídney, la capital de Nueva Gales del Sur -el estado más poblado de Australia-, las redes sociales mostraron a una gran multitud reunida en una manifestación del "Día de la invasión" en el distrito central de negocios, donde algunas personas portaban banderas aborígenes y se celebró una ceremonia indígena para fumar.

Protestas similares tuvieron lugar en otras capitales de estados australianos, incluida la de Adelaida, en Australia Meridional, donde asistieron unas 2.000 personas, según la Australian Broadcasting Corporation.

En su intervención en una ceremonia de izado de bandera y de ciudadanía en la capital de Australia, Canberra, el Primer Ministro Anthony Albanese rindió homenaje a los indígenas de la nación, que han ocupado la tierra durante al menos 65.000 años.

"Reconozcamos todos el privilegio único que tenemos de compartir este continente con la cultura continua más antigua del mundo", declaró Albanese.

Aunque era un "día difícil" para los indígenas australianos, no había planes para cambiar la fecha de la fiesta, dijo.

Una encuesta anual de la empresa de estudios de mercado Roy Morgan publicada esta semana mostró que casi dos tercios de los australianos opinan que el 26 de enero debería considerarse el "Día de Australia", prácticamente sin cambios respecto a hace un año. El resto cree que debería ser el "Día de la Invasión".

En medio del debate, algunas empresas han adoptado una actitud flexible en torno a la observancia de la festividad. La mayor empresa de telecomunicaciones de Australia, Telstra Corp Ltd, dio este año a su personal la opción de trabajar el 26 de enero y tomarse otro día libre en su lugar.

"Para muchos pueblos de las Primeras Naciones, el Día de Australia (...) marca un punto de inflexión en el que se perdieron vidas, se devaluó la cultura y se destruyeron conexiones entre personas y lugares", escribió en LinkedIn la directora ejecutiva de Telstra, Vicki Brady.

Muchos de los cerca de 880.000 indígenas australianos, de una población de 25 millones, están por detrás de los demás en indicadores económicos y sociales, en lo que el gobierno denomina una "desigualdad arraigada".

La festividad de este año llega cuando el gobierno del Partido Laborista de centro-izquierda de Albanese planea un referéndum sobre el reconocimiento de los indígenas en la constitución y la obligación de consultarles sobre las decisiones que afectan a sus vidas.

El gobierno planea introducir legislación en marzo para establecer el referéndum que tendrá lugar a finales de este año, a medida que la voz indígena se perfila como una cuestión política federal clave.

La constitución, que entró en vigor en enero de 1901 y no puede modificarse sin un referéndum, no hace referencia a los indígenas del país.