El consumo mundial de vino cayó el año pasado a su nivel más bajo desde 1996, ya que la inflación elevó los precios a máximos históricos, disuadiendo a unos consumidores que ya se enfrentaban a un menor poder adquisitivo, según informó el jueves la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).

La OIV, con sede en París, estimó el consumo mundial de vino en 2023 en 221 millones de hectolitros (mhl), un 2,6% menos que en 2022 y un 7,5% menos que en 2018. Un hectolitro equivale a 133 botellas de vino estándar.

Las tensiones geopolíticas, en particular la guerra en Ucrania, y las subsiguientes crisis energéticas, junto con las perturbaciones en la cadena de suministro mundial, provocaron un aumento de los costes de producción y distribución, lo que, a su vez, se tradujo en un incremento significativo de los precios para los consumidores de vino, frenando la demanda global, según la OIV.

La caída de la demanda el año pasado fue especialmente grande en China, estimada en -25%.

Mientras que el consumo de vino en China había aumentado considerablemente a principios de siglo en consonancia con una clase media en crecimiento, se redujo en más de un 60% en los últimos cinco años, hasta los 6,8 mhl, debido a las restricciones COVID-19 y a las presiones sobre los precios, que suelen tener un mayor efecto en los mercados más jóvenes como el chino, declaró a la prensa el Director General de la OIE, John Barker.

En cuanto al comercio, el volumen total de intercambios de vino descendió un 6,3% hasta los 99 mhl, pero sólo un 4,7% en valor hasta los 36.000 millones de euros (38.600 millones de dólares), ya que el precio medio del litro de vino alcanzó un máximo histórico, según la OIV.

La OIV rebajó aún más su estimación para la producción de vino del año pasado a 237 mhl desde una estimación inicial intermedia de 244 mhl publicada el pasado noviembre, lo que supone ahora un 10% por debajo de la producción de 2022 y la más baja en más de 60 años.

El acusado descenso se debe a las malas condiciones meteorológicas, que incluyen heladas tempranas, lluvias torrenciales y sequía, junto con enfermedades fúngicas generalizadas tanto en el hemisferio norte como en el sur.

Italia produjo su cosecha de vino más baja desde 1950, con 38,3 mhl, lo que supone un descenso de más del 23% respecto al año anterior, perdiendo así su liderazgo en la elaboración de vinos de guarda en favor de Francia.

Para 2024, las estimaciones preliminares para el Hemisferio Sur apuntaban a un repunte en los dos mayores productores, Australia y Argentina, tras la fuerte caída del año pasado, pero se mantendrían un 4% y un 6% respectivamente por debajo de la media de 2018/23.

Una primavera fría y una vendimia tardía llevarían a Chile a producir menos vino por tercer año consecutivo, con un descenso medio del 17%.

(1 dólar = 0,9324 euros) (Reportaje de Sybille de La Hamaide; edición de David Evans)