Por Noemie Bisserbe y Stacy Meichtry 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

PARÍS -- El presidente francés, Emmanuel Macron, detalló el martes la retirada meticulosa de las medidas restrictivas impuestas en Francia para luchar contra la pandemia de coronavirus, aunque en su gabinete ministerial hay desacuerdo sobre cómo de rápido se debe reabrir la economía.

Por una parte están el primer ministro y un conjunto de autoridades sanitarias y epidemiólogos, que piden que las medidas se mantengan. Y por la otra está el ministro de Economía, apoyado por un ejército de dueños de negocios minoristas, que consideran que la temporada de compras navideña será crucial para la supervivencia de estas empresas.

El martes, Macron habló en la televisión pública e intentó alcanzar un equilibrio entre ambas facciones. A partir del sábado, las tiendas podrán volver a abrir bajo estrictas normas de distancia física, dijo el mandatario. Si el número de infecciones diarias en el país es inferior a 5.000, añadió, el Gobierno retirará el confinamiento el 15 de diciembre y lo sustituirá por un toque de queda a partir de las 2000 GMT, a excepción de los días de Navidad y Nochevieja. Los bares y restaurantes permanecerán cerrados al menos hasta el 20 de enero.

"Tenemos que hacer todo lo posible para evitar una tercera oleada, todo lo posible para evitar un tercer confinamiento", señaló.

Francia es el país europeo más golpeado por la segunda oleada de la pandemia en el continente y ha resultado ser un barómetro de los gobiernos occidentales, desgarrados entre la necesidad de salvar vidas y los daños que provocan los nuevos cierres en la economía.

Este dilema afecta a todos los países de Europa. Los confinamientos estrictos han ayudado a ralentizar la propagación del virus en Italia, España y Reino Unido, pero están pasando una gran factura a la economía. En Alemania, cuyo Gobierno no ha aplicado medidas tan duras este mes, no se ha logrado bajar sustancialmente el número de infecciones nuevas.

La tensión comenzó a fraguarse en el Gobierno de Macron desde el inicio del segundo confinamiento en Francia el 30 de octubre. El ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, empezó a presionar para que se permitiera la reapertura de los comercios, a lo que se resistió el primer ministro, Jean Castex, preocupado por que pueda haber una tercera oleada del virus en el país si el Gobierno relaja las medidas demasiado rápido antes de que haya una vacuna disponible.

La tensión aumenta por la determinación de evitar cometer los mismos errores que en el pasado. El confinamiento de primavera en el país fue uno de los más estrictos de Occidente y provocó que la economía gala se contrajera casi un 14% en el segundo trimestre, un nivel récord nunca visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Las autoridades sanitarias, por su parte, quieren evitar que se repita el error del Gobierno al retirar rápidamente el confinamiento de primavera, lo que provocó que el virus volviera con mayor virulencia en otoño.

Macron ha vacilado entre los dos extremos, ignorando a sus asesores científicos en algunas ocasiones y optando por los confinamientos en otras. Cuando el número de infecciones comenzó a repuntar de nuevo durante el verano, el mandatario se mostró reacio a tomar medidas drásticas que afectaran a la recuperación económica.

A comienzos de septiembre, el doctor Jean-François Delfraissy, que dirige el consejo científico que asesora a las autoridades francesas sobre cómo lidiar con la pandemia, se mostró preocupado por la evolución de la enfermedad en Francia. "El Gobierno tendrá que tomar unas cuantas decisiones difíciles en los próximos ocho a 10 días", dijo.

Macron se tomó a mal la sugerencia y dijo que el Ejecutivo buscaba reducir los contagios mientras se permitía que la población siguiera con sus vidas de la forma más normal posible y agregó que los científicos no dictan la política.

"Cada uno debe permanecer en su área. Corresponde a los líderes elegidos democráticamente tomar decisiones", dijo el presidente galo.

Para octubre, la pandemia se había descontrolado de nuevo y amenazaba con saturar los hospitales del país. Entonces, Macron anunció un nuevo confinamiento el 28 de ese mes, aunque sin ordenar el cierre de escuelas y fábricas.

El ministro Le Maire comenzó a trabajar con los minoristas en un nuevo protocolo sanitario que permitiera a las tiendas reabrir sus puertas antes de las vacaciones navideñas. Las cuatro semanas previas a la Navidad aportan a estos negocios entre el 20% y el 40% de sus ingresos anuales, según la federación de comerciantes minoristas. Le Maire compareció en la televisión pública la semana pasada para decir que las tiendas estaban listas para reabrir lo más rápido posible y añadió que el fin de semana posterior al Black Friday era crucial.

Pero el ministro de Sanidad, Olivier Veran, rebajó las expectativas. "No tengo motivos para creer que [las tiendas] podrían reabrir el 27 de noviembre", afirmó.

Los minoristas han hecho una propuesta: se han comprometido a retrasar las ventas por el Black Friday una semana si se les permite reabrir para entonces. El año pasado, los minoristas galos facturaron EUR6.000 millones con las ventas del Black Friday, según un portavoz del Ministerio de Finanzas.

--Bertrand Benoit en Berlín contribuyó a este artículo

-Escriba a Noemie Bisserbe a noemie.bisserbe@wsj.com y Stacy Meichtry a stacy.meichtry@wsj.com

Versión española de María Elsa González maria.gonzalez@dowjones.com

Editado por CLP y NUC

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November 25, 2020 05:33 ET (10:33 GMT)