En los últimos años, la asistencia a La Diada, como se conoce al Día Nacional, ha descendido a medida que disminuía el apoyo a la ruptura con España. Pero con dos partidos catalanes dispuestos a desempeñar un papel en la formación de un nuevo gobierno, puede impulsar la causa independentista.

"Cataluña tiene la llave de la gobernabilidad del Estado. Hoy tenemos que aprovechar este poder para hacer posible lo que no era posible", dijo el domingo en Barcelona Pere Aragonés, el líder catalán que encabeza Esquerra Republicana Catalana (ERC), el partido separatista de izquierdas más moderado.

El ex líder regional Carles Puigdemont, que vive en Bélgica como prófugo de la justicia española por intentar la secesión hace cinco años, puso duras condiciones al apoyo de su partido en el Parlamento para que el presidente del Gobierno socialista en funciones, Pedro Sánchez, se mantenga en el poder.

Sánchez necesitaría a los siete legisladores del partido conservador de línea dura Junts per Catalunya de Puigdemont para formar gobierno tras unas elecciones en julio.

La semana pasada, Puigdemont pidió a España que abandonara las acciones judiciales contra los separatistas, aunque no llegó a exigir una nueva votación sobre la independencia.

Isabel Rodríguez, portavoz del gobierno en funciones, dijo que España no haría nada que contraviniera la Constitución.

Alberto Núñez Feijoo, cuyo conservador Partido Popular (PP) fue el más votado el 23 de julio, dará la primera puñalada en una votación para formar gobierno el 27 de septiembre, pero sus posibilidades se consideran escasas ya que el PP se opone a cualquier concesión a los separatistas.

En julio, una encuesta publicada por el Centro de Opinión Pública de Cataluña (CEO), operado por el gobierno regional, reveló que el 52% se oponía a separarse de España, mientras que el 42% apoyaba la independencia.

En octubre de 2017, cuando el gobierno regional separatista de Puigdemont celebró un referéndum declarado ilegal por los tribunales españoles, una encuesta del CEO reveló que el 49% apoyaba la separación de España, mientras que el 43% estaba en contra. Muchos de los que se oponían a la independencia boicotearon el referéndum.