Por Mayela Armas y Vivian Sequera

TUREN/CARACAS, 17 jul (Reuters) - Los cultivos de maíz y arroz sembrados en más de 300 hectáreas por Roberto Latini en el estado Portuguesa, en el oeste de Venezuela, ondulan al viento bajo un brillante cielo azul.

Los sembradíos en crecimiento, que se recogerán en septiembre, son posibles gracias a un financiamiento de insumos que Latini recibió de una asociación de agricultores, ante el limitado acceso a los créditos bancarios.

Agricultores venezolanos de arroz y maíz -cultivos esenciales para el consumo interno- han aumentado ligeramente su producción gracias a préstamos en fertilizantes y semillas de compradores, que liberan fondos que luego también se invierten en plantas eléctricas o mejoras de vías, dijeron una docena de productores y empresarios consultados.

Los préstamos -de al menos seis gremios y 20 grupos de compradores de cosechas a nivel nacional- se producen en medio de estrictas restricciones crediticias, que hacen que los créditos tradicionales de los bancos sean limitados, en medio de una inflación de más del 50%

"Se sobrevive con el apoyo de las organizaciones gremiales que ofrecen los insumos", dijo Latini mientras recorría su finca y agregó que el crecimiento de los cultivos no es mayor por la insuficiencia de préstamos, entre otros factores.

Las condiciones de los préstamos, que a menudo se reembolsan con la propia cosecha, todavía pueden ser prohibitivas para algunos pequeños agricultores. Sin una financiación más regular de la banca, los agricultores dijeron a Reuters que los desafíos persistirán y que los más pequeños podrían dejar de operar.

La producción agrícola en Venezuela se desplomó a mediados de la década pasada tras años de controles de cambio y precios, nacionalizaciones de tierras y fallas de servicios básicos y de combustible.

El presidente Nicolás Maduro flexibilizó en 2019 las regulaciones permitiendo transacciones en divisas, lo que dio oxígeno al sector privado. También ha empleado una política ortodoxa para reducir la inflación con limitaciones al crédito y menor gasto público.

Las "ventas a término" de cultivos son comunes en otros países latinoamericanos como Brasil y en Venezuela están creciendo por la menor cantidad de financiamiento, según analistas consultados.

Los créditos al agro equivalen a unos 330 millones de dólares, de acuerdo con datos de la consultora local Globalscope. Fuente financieras dijeron que gran parte de los préstamos bancarios van a rubros que se exportan en volúmenes pequeños como frijol chino, ajonjolí (sésamo), entre otros.

En Bolivia o Colombia los créditos al agro son 9 y 12 veces más que Venezuela, según datos de entidades públicas.

"No hay una protección a la actividad (agrícola y ganadera) por la vía financiera", destacó Gerardo Mendoza, director de la consultora local Agrotributos.

Los ministerios de Comunicación, Agricultura y Finanzas no respondieron a solicitudes de comentarios, tampoco el Banco Central.

"EN PELIGRO DE EXTINCIÓN"

El volumen producido de arroz y maíz blanco subió a 1,2 millones de toneladas el año pasado, un 29% más que en 2022, pero el aumento está por debajo de la producción de 3,4 millones de toneladas de hace una década, de acuerdo con cifras del gremio agrícola.

Giorgio Ruffato, también productor de arroz y maíz en Portuguesa, representa a una asociación que financia a agricultores con insumos y servicios.

"Les damos semillas, insecticidas, apoyos con reparaciones de maquinarias y servicios de almacenamiento de cosecha", dijo Ruffato durante un recorrido por su finca, que cuenta con un pequeño laboratorio donde se revisan los granos cuando ya crecen.

Los productores pagan los préstamos entregando toda su cosecha a la industria que la financió o vendiendo a empresas procesadoras de maíz y arroz que les pagan esos productos en divisas y sobre la base de precios internacionales.

Ese pago en dólares es usado por los agricultores para cancelar los créditos recibidos, dijeron las fuentes.

Los productores más pequeños a veces no logran ganar suficiente de sus cultivos para reponer sus deudas con las asociaciones.

"Estamos en peligro de extinción. Muchos pequeños productores vamos a desaparecer, algunos estamos endeudados (con empresas o asociaciones)", dijo el agricultor César Tovar, quien ha vendido algunas maquinarias para cubrir sus costos.

Esas formas diferentes de financiamiento, gastos en servicios e impuestos podrían impactar en la inflación, que ya en 12 meses se ha desacelerado al 51,3%.

"Cualquier forma distinta de crédito es onerosa. Si sumas servicios y tributos todo eso puede incidir en los precios", dijo el economista Hermes Pérez.

Los agricultores hacen enormes inversiones en vías, formas alternas de energía y combustible debido a los problemas con la vialidad y las frecuentes fallas de luz y agua.

"Nos ha tocado incursionar en paneles solares que se cargan con baterías", dijo Luis Hernández, un productor en el estado Apure, en el oeste del país, quien se vio obligado a recurrir a fuentes alternativas de energía ante las dificultades para conseguir gasoil.

En su finca, Latini usa un sistema de transformadores para evitar pérdidas de cultivos de arroz, que requieren agua de bombas eléctricas, mientras Ruffato ha asumido reparaciones a vías para trasladar la cosecha.

"Aquí tenemos que arreglar la vialidad, mantener carreteras, y los puentes que se caen, se reparan", agregó Ruffato.

(Reporte de Mayela Armas y Vivian Sequera. Reporte adicional de Nelson Bocanegra en Bogotá. Editado por Marion Giraldo)