El canciller Olaf Scholz advirtió el domingo a Irán contra nuevos ataques a Israel, mientras la escalada del conflicto en Oriente Próximo ensombrecía el inicio de su gira de tres días por China.

Scholz está visitando la ciudad suroccidental de Chongqing, así como Shangai y Pekín, como parte de una visita para apuntalar los lazos con el principal socio comercial de Alemania, al tiempo que aborda las crecientes desavenencias sobre cuestiones como las prácticas comerciales chinas y su apoyo a Rusia.

Pero el ataque de Irán a Israel parece que redefinirá la agenda y el tono de la visita. Scholz, por ejemplo, participará desde su hotel en una reunión por vídeo de los líderes del G7 el domingo para debatir el ataque de Irán a Israel, según informó una fuente de la delegación alemana a Reuters.

Los funcionarios alemanes también habían expresado su esperanza antes del viaje de que Pekín pudiera desempeñar un papel positivo a la hora de enfriar las crecientes tensiones en Oriente Próximo, a pesar de su valoración crítica de su apoyo a Rusia en su invasión de Ucrania.

China desempeñó un papel mediador entre Irán y Arabia Saudí el año pasado, y Reuters informó de que China había pedido a Irán que ayudara a frenar los ataques a barcos en el Mar Rojo por parte de los Houthis, apoyados por Irán, o se arriesgaba a perjudicar las relaciones comerciales con Pekín.

Scholz, que viaja con varios directores generales alemanes, tiene previsto reunirse el martes con el presidente chino, Xi Jinping, y con el primer ministro, Li Qiang.

"Haremos todo lo posible para impedir una nueva escalada", declaró Scholz a la prensa. "Sólo podemos advertir a todos, especialmente a Irán, que no continúen por este camino".

A su llegada, Scholz había condenado los ataques iraníes contra Israel "en los términos más enérgicos posibles", dijo su portavoz. Scholz fue informado de los acontecimientos en Oriente Próximo durante el vuelo, según fuentes gubernamentales.

El canciller visitó antes, el domingo, la planta de pilas de combustible de hidrógeno del proveedor automovilístico alemán Bosch en Chongqing, poniendo en el punto de mira un área de crecientes tensiones.

La UE está llevando a cabo varias investigaciones sobre si las exportaciones chinas de tecnología verde, como los vehículos eléctricos de batería, que según ella se han beneficiado de subvenciones estatales y que podrían perjudicar a los productores locales.

La industria automovilística alemana teme que estas sondas desemboquen en una guerra comercial que perjudique sus perspectivas en el mayor mercado automovilístico del mundo. La visita de Scholz está siendo observada en busca de señales de hasta qué punto Alemania respalda la sonda de la UE y está dispuesta a ir en contra de los deseos de una industria nacional clave.

Scholz dijo el domingo que la planta mostraba la importancia de la cooperación para abordar los grandes retos a los que se enfrenta el mundo, como el cambio climático.

La postura general de Berlín respecto a China se ha vuelto más crítica desde la guerra de Ucrania.

El año pasado, Alemania también publicó su primera estrategia sobre China, en la que describía las "prácticas desleales" y los riesgos para las cadenas de suministro en un posible conflicto sobre Taiwán, e instaba a "desmarcarse". Sin embargo, los esfuerzos por diversificarse y alejarse de China son hasta ahora irregulares.

Durante su visita, también se espera que Scholz aborde el apoyo de China a Rusia. El viernes, funcionarios alemanes afirmaron sin rodeos que el apoyo y las exportaciones de Pekín a Rusia estaban permitiendo a Moscú librar una guerra de agresión en Ucrania y provocando una "creciente pérdida de reputación de China" en Europa y fuera de ella.

"Se trata de que China no apoye a Rusia para librar una guerra brutal contra su vecina Ucrania", escribió Scholz en un post en la plataforma de medios sociales X el sábado. (Reportaje de Andreas Rinke en Chongqing y Sarah Marsh en Berlín; Edición de Antoni Slodkowski y Miral Fahmy, William Maclean)