Parafraseando a uno de nuestros antiguos líderes, "El cambio es ahora". Como habrán observado, la reacción a la publicación del JOLTS (Jobs opening) a principios de la semana pasada marcó un punto de inflexión. Por primera vez en dos años, el informe reveló una caída de 632.000 vacantes de empleo por debajo de la simbólica marca de los 10 millones. Hasta ahora, cualquier debilidad del mercado laboral había sido recibida con una subida de la renta variable, ya que habría significado que la Reserva Federal podría empezar a relajar la política monetaria y pivotar, por fin. En este caso, hemos asistido a la "huida hacia la calidad" más tradicional, con una subida de la renta fija (menores rendimientos) acompañada de una caída de la renta variable. Sin embargo, el informe sobre el empleo publicado a finales de la semana pasada empañó los ánimos: el número de nuevos empleos creados en marzo fue de 236.000, frente a los 230.000 previstos, y la tasa de paro bajó 0,1 puntos, hasta el 3,5%. Ante tal resistencia, ¿debemos considerar que se han barajado de nuevo las cartas?

Ahora habrá que esperar a ver cómo reaccionan los inversores tras el largo fin de semana de Semana Santa. No obstante, parece que los operadores empiezan a considerar seriamente el escenario de recesión. El rendimiento de la deuda estadounidense a 10 años se burló del fondo de su fase de distribución desde el pasado mes de octubre coqueteando brevemente con su soporte del 3,35%. Aun así, las medias móviles son ahora bajistas e inclinan la balanza a la baja. 

Al mismo tiempo, cuando el rendimiento a 2 años es inferior en 50 puntos básicos al rendimiento de los fondos de la Fed, el mercado de renta variable se tambalea, más o menos seriamente (véase el gráfico siguiente). Aunque suele decirse que la historia no tiene por qué repetirse, puede servir de guía. Y en este caso, el dinero inteligente está empezando a predecir un escenario de recesión. Sería prudente prestar mucha atención...

(Fuente: Bloomberg)