Más de 100 personas se reunieron por la tarde junto a las Esferas, el monumento con forma de cúpula de cristal situado en el corazón de la sede central de Amazon en Seattle, según un testigo de Reuters. "Las emisiones suben. Es hora de actuar!", coreaba el grupo. "¡Permanezcamos juntos; no demos marcha atrás!".

Más de 1.900 empleados se habían comprometido a protestar en todo el mundo, según los organizadores, un grupo activista conocido como Empleados de Amazon por la Justicia Climática (AECJ).

Amazon dijo que no había observado más acciones que en Seattle.

El paro se produce tras las medidas que han llevado a Amazon "en la dirección equivocada", según AECJ. Entre ellas, la empresa eliminó recientemente el objetivo de hacer que todos los envíos de Amazon sean netos cero en emisiones de carbono para 2030, aunque todavía tiene un compromiso más amplio sobre el clima para una década después.

Amazon también anunció unos 27.000 recortes de puestos en los últimos meses, o el 9% de su plantilla corporativa, un cambio para una empresa que durante mucho tiempo pregonó su creación de empleo. El mandato de volver a la oficina antes del 1 de mayo causó confusión entre algunos empleados sobre si debían trasladar sus hogares más cerca del trabajo o si serían despedidos de antemano.

En un comunicado, el portavoz de Amazon, Brad Glasser, afirmó que la empresa está haciendo un gran esfuerzo para reducir sus emisiones de carbono.

"Para empresas como la nuestra, que consumen mucha energía y tienen activos muy importantes de transporte, embalaje y edificios físicos, llevará tiempo conseguirlo", dijo. "Seguimos en el buen camino para llegar al 100% de energía renovable en 2025".

Añadió que Amazon escucha los comentarios de los empleados y que estaba contento con la colaboración que surgió de su política de vuelta a la oficina.

Ha habido otras protestas en los últimos años, como en 2019, cuando los trabajadores de Amazon se encontraban entre los cientos de empleados de grandes empresas tecnológicas que se unieron a las marchas en San Francisco y Seattle, diciendo que sus empleadores eran demasiado lentos a la hora de abordar el calentamiento global.