"La propagación del coronavirus ha sido difícil para todos, pero estoy muy contento de poder saludarles de nuevo", dijo Naruhito a la multitud que ondeaba la bandera en el Palacio Imperial de Tokio.

"Nos enfrentamos a muchas dificultades, pero espero un Año Nuevo pacífico y bueno para todos, y al comenzar el año, rezo por la felicidad de la gente en Japón y en todo el mundo", añadió.

Naruhito, de 62 años, estuvo acompañado por otros miembros de la realeza, entre ellos su esposa, la emperatriz Masako, de 59 años, y su padre, el emperador emérito Akihito, de 89 años, que abdicó en 2019. La hija del emperador, la princesa Aiko, de 21 años, participó por primera vez, según la Agencia de la Casa Imperial.

Unas 9.600 personas, divididas en seis grupos a lo largo del día, fueron elegidas por sorteo para asistir al acto de Año Nuevo, un número mucho menor que las decenas de miles que suelen reunirse para el tradicional saludo real.

Japón entró en su octava oleada de infecciones por COVID-19 en noviembre, cuando los casos diarios empezaron a superar los 100.000. Desde el inicio de la pandemia, el país ha registrado unos 30 millones de infecciones y casi 60.000 muertes.

Japón levantó la mayoría de las restricciones a los viajeros al extranjero en octubre en un intento de reactivar el turismo, pero el mes pasado dijo que exigiría a las personas procedentes de China que se sometieran a pruebas a su llegada tras el reciente aumento de casos en ese país.