Como eco del artículo de ayer en nuestras columnas, echemos otro vistazo a Ulta Beauty, un nombre familiar para los suscriptores de MarketScreener.

Los temores de que el crecimiento meteórico de la cadena de belleza haya alcanzado una meseta no son nada nuevo. Es cierto que la apertura de nuevas tiendas se ha ralentizado considerablemente. Pero las ventas siguen en una pendiente ascendente: de media, crecieron a un ritmo anual del 17% entre 2012 y 2022; entre 2022 y 2024, esta media fue del 14%.

Así que no hay por qué alarmarse. Además, consciente de los límites estructurales del mercado, el grupo emprendió hace dos años un nuevo pivote estratégico, dando prioridad a las asociaciones con otros minoristas, siendo la más estratégica la establecida con Target.

Está claro que los inversores sólo tienen una fe a medias en esto. Tal vez también teman la formidable competencia de Sephora en el continente norteamericano. Como resultado, la capitalización bursátil de Ulta ha caído a quince veces los beneficios, un punto bajo desde el que suele recuperarse.

Todos los indicadores financieros están en verde. Además de seguir creciendo a buen ritmo, el margen operativo sigue anclado en máximos históricos, al igual que el rendimiento de los fondos propios; la deuda es insignificante y la rotación de inventarios está en línea con su media.

Así que no hay desaceleración a la vista. Ulta está recomprando agresivamente sus acciones -dedica a ello todo su flujo de caja libre "Free Cash Flow"-, de modo que los beneficios por acción crecen a un ritmo más rápido que las ventas. En un negocio defensivo y resistente, esta opción de gestión parece muy bien inspirada.