A diferencia de su nefasta reacción a los descalabros del mercado de bonos del Reino Unido en torno a la farsa del presupuesto gubernamental del pasado septiembre, cuando se precipitó a mínimos casi históricos de la pandemia, la libra esterlina ha resistido bien hasta ahora un cambio sísmico similar en el mercado de bonos del Estado, o gilt, esta semana.

Aunque perdió terreno frente a un dólar resurgente -que se vio infundido por una mezcla de ansiedad por el techo de la deuda, sondeos halcones de la Reserva Federal y una avalancha de acciones tecnológicas estadounidenses impulsadas por la inteligencia artificial-, la libra esterlina se mantuvo plana frente al tipo de cambio cruzado del euro, más revelador, y su índice general también aguantó el tipo.

Por otro lado, el hecho de que no ganara nada frente al euro a pesar de un aumento de 30 puntos básicos en la prima de los rendimientos de los gilts a 10 años frente a los índices de referencia alemanes fue igualmente revelador e hizo que muchos se preguntaran si está resurgiendo un matiz diferente de la prima de riesgo.

Algunos creen que se trata menos de la mal llamada "prima de imbécil" relacionada con los pasos en falso de la política de hace ocho meses que de una prima de seguro de inflación a más largo plazo relacionada, al menos en parte, con el golpe estructural del Brexit.

"Es un aspecto muy feo para una divisa cuando un enorme salto en la anticipación de los bancos centrales más halcones no consigue apoyar a la divisa", opinó el estratega de divisas de Saxo, John Hardy, refiriéndose al salto de casi medio punto en la valoración de los mercados monetarios de los tipos de interés máximos del Banco de Inglaterra esta semana hasta cerca del 5,5%.

"El Reino Unido está acosado por la escasez de oferta, sobre todo de mano de obra, que es el principal 'regalo' del Brexit", dijo, añadiendo que el riesgo de estanflación resultante para la economía sigue dejando a la política fiscal y monetaria en un aprieto.

Sin duda, los datos de inflación de abril golpearon el mercado de deuda británico como un rayo.

Aunque la tasa de inflación general de los precios al consumo bajó al 8,7% desde el 10,1% de marzo, debido al descenso de los precios de la energía, siguió siendo muy superior a las previsiones y las tasas de inflación subyacente alcanzaron su nivel más alto en 31 años, justo por debajo del 7%.

Es más, el alivio por el retorno a una inflación general de un solo dígito se vio cuestionado por otros recortes de la cifra.

El Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR) calculó que su medida de inflación "media recortada", que excluye el 5% de los cambios de precios más altos y más bajos, subió a un nuevo máximo del ciclo del 10,2% desde el 9,9% del mes anterior.

"Estas cifras sugieren que aún no hemos visto un punto de inflexión significativo en la presión inflacionista subyacente", concluyó el NIESR.

Y una de las principales preocupaciones de muchos hogares es la continua inflación anual de los precios de los alimentos, aún cercana al 20%.

Aquí también parece asomar la cabeza el Brexit.

La salida de la Unión Europea ha sido responsable de cerca de un tercio del aumento de la factura alimentaria de los hogares desde 2019, según afirmaron el jueves investigadores de la London School of Economics y de otras universidades.

El estudio reveló que entre enero de 2022 y marzo de 2023, el precio de los productos alimentarios expuestos al Brexit aumentó unos 3,5 puntos porcentuales más que los que no lo estaban.

REHABILITACIÓN EN ESPERA

El panorama completo hizo que las expectativas de tipos del Banco de Inglaterra, los rendimientos de los gilts y el mercado hipotecario británico entraran en rigor, con los tipos swap a dos años apuntalando los costes de financiación de los prestamistas hipotecarios y los precios de las hipotecas disparándose alrededor de 50 puntos básicos en una semana.

El rendimiento de los gilts a 10 años saltó más de 50 puntos básicos hasta casi el 4,4%, el nivel más alto desde que el Banco de Inglaterra se viera obligado a intervenir para comprar bonos del Estado a raíz del shock presupuestario del pasado septiembre y las consiguientes quiebras de los fondos de pensiones.

En cuanto a si la libra debe alegrarse o echarse a correr ante este panorama, los economistas del Deutsche Bank consideran que la principal razón de la relativa resistencia de la libra es que los rendimientos reales británicos, ajustados a la inflación, han subido mucho en comparación con sus equivalentes alemanes.

Utilizando los rendimientos reales a 5 años del mercado de bonos indexados, esa prima subió casi 40 puntos básicos esta semana hasta alcanzar su nivel más alto desde el pasado mes de octubre.

La gran pregunta es si ese colchón se considera ahora de nuevo necesario sólo para mantener estable la libra, debido a las dudas políticas, al compromiso político del Banco de Inglaterra o incluso a los efectos del Brexit.

Y una mayor erosión de la competitividad de la economía británica debido a una inflación a largo plazo comparativamente más alta corre el riesgo de socavar una divisa apenas rehabilitada este año a los ojos de muchos inversores cuando la economía sorprendió y desafió los pronósticos de una profunda recesión.

A principios de este mes, el Berenberg alemán argumentó que la libra también se había beneficiado del regreso de unos líderes relativamente pragmáticos y centristas al timón de sus dos principales partidos de cara a las elecciones de 2024.

"Tras seis años de caos perjudicial, que dañó gravemente la reputación del Reino Unido como economía avanzada bien gestionada, es una noticia bienvenida", escribió Kallum Pickering, economista del banco.

Pero la dinámica de la inflación aún puede exigir una compensación excesiva.

"No vemos que una prima tan cruzada (como la de septiembre de 2022) vuelva a los mercados británicos, pero sí pensamos que es más probable que la divisa comience a debilitarse a partir de aquí si la revalorización del rendimiento nominal no logra seguir el ritmo de la reevaluación de las perspectivas de inflación", dijeron Sanjay Raja y Shreyas Gopal, del Deutsche Bank, a los clientes.

Las opiniones expresadas aquí son las del autor, columnista de Reuters.