Hipocresía, cinismo, renuncia, ambivalencia, gran inflexión diplomática. Estos son algunos de los adjetivos utilizados para ilustrar la posición del presidente estadounidense hacia Arabia Saudí. Aunque Joe Biden había incluido al país del Golfo en su lista negra, se está preparando, en el marco de su gira europea, para desviarse a la Península Arábiga para reunirse con el príncipe, según informaciones del New York Times, así como con otros líderes de Oriente Medio.

Hay dos razones principales para este posible giro. 

El primero es el aumento de los precios del petróleo, por supuesto. Las sanciones occidentales a los hidrocarburos rusos han llevado los precios en los surtidores a nuevas cotas, y algunos estadounidenses responsabilizan directamente a Biden de esta situación. Por lo tanto, debería animar a Arabia Saudí a aumentar su producción de crudo para calmar la inflación del oro negro y, al mismo tiempo, la ira de sus ciudadanos. Por último, volver a incitar, porque la OPEP, liderada por Riad, ya ha aumentado recientemente de forma significativa su producción a petición de Occidente. 

La otra causa residiría en una ligera inflexión de los saudíes hacia las exigencias de la Casa Blanca: la renovación de la tregua de dos meses en Yemen. Arabia Saudí, que apoya militarmente al gobierno yemení contra los rebeldes houthistas, ha accedido a promover la continuación del alto el fuego y las medidas de ayuda a la población local, que debían finalizar la semana pasada. 

Aunque todavía no se ha confirmado la fecha del encuentro entre ambos hombres, y según algunas fuentes podría incluso posponerse a julio, la Casa Blanca ha confirmado la voluntad del presidente estadounidense de hacer realidad esta reunión cara a cara. 

¿La inflación justifica los medios diplomáticos? Eso parece. 

 



Dibujo de Amandine Victor para MarketScreener