Airbnb publicó esta semana unos resultados trimestrales que fueron recibidos con cautela por el mercado.
2023 empieza con fuerza. El volumen de reservas alcanzó la cifra récord de 121 millones durante el trimestre, frente a los 102 millones del mismo periodo del año pasado. El volumen de alojamientos ofrecidos en la plataforma creció a un ritmo comparable del 18% y la facturación aumentó un 20%.
Airbnb ha conseguido por fin que sus usuarios absorban algunas fuertes subidas de precios. Tras una pausa el año pasado, el volumen y el valor medio de las transacciones -168 dólares por noche, frente a los 122 dólares de hace cuatro años- vuelven a aumentar.
Sin embargo, el torrente de críticas no se ha agotado: Airbnb sigue recibiendo críticas por sus numerosos costes adicionales; sus propietarios quisquillosos; y su oferta cada vez menos competitiva en comparación con los servicios todo incluido de los competidores hoteleros.
La dirección no hace oídos sordos y sigue decidida a mejorar la experiencia. Para conocerla mejor, el fundador Brian Chesky ha pasado los últimos seis meses viviendo entre los alquileres que se ofrecen en su plataforma.
Sobre el papel, Airbnb ha presentado un primer trimestre en números negros por primera vez en su historia. Históricamente, sólo el tercer trimestre del año -correspondiente a las vacaciones de verano- era rentable. E incluso entonces, sobre una base de beneficio operativo "ajustado".
Un detalle, sin embargo: en el trimestre que acaba de terminar, incluida la compensación por opciones sobre acciones, las operaciones siguieron siendo negativas; de hecho, es a sus 8.000 millones de dólares de exceso de tesorería y a la subida de los tipos de interés a lo que la empresa debe su rentabilidad.
También hay que ser prudentes con la comunicación, quizá demasiado agresiva, sobre el pseudo "free cash-flow" logrado este trimestre. Este flujo de caja -correspondiente a las reservas realizadas por los usuarios- no pertenece íntegramente a Airbnb; se redistribuirá a los anfitriones, menos la comisión del 15% que cobra la plataforma.
Al igual que Uber, el otro emblema de la nueva economía analizado la semana pasada en estas columnas, Airbnb está dando al mercado pruebas de la viabilidad de su modelo de negocio. El mercado sigue receloso, y con razón, aunque con un valor de empresa de 62.000 millones de dólares -es decir, la capitalización bursátil menos el exceso de efectivo- la plataforma está valorada en x6 su facturación prevista para 2023.
Ambos grupos están expuestos a riesgos legales similares, y ninguno ha demostrado una capacidad sostenible para generar beneficios de explotación. Airbnb, como hemos visto, tiene la ventaja de una excelente posición financiera, a diferencia de Uber, que tiene que hacer frente a una deuda significativa.
Airbnb, Inc. se especializa en la tenencia y explotación de una plataforma en línea dedicada al alquiler de viviendas por periodos cortos. A través de la plataforma, particulares y operadores de alojamiento pueden ofrecer casas, apartamentos, habitaciones de huéspedes, villas, etc. en alquiler y encontrar así inquilinos. Norteamérica representa el 53,4% de las ventas netas.