Anteriormente, Gulfstream esperaba obtener la certificación del avión de cabina grande, que compite con el Global 7500 del fabricante canadiense de aviones privados Bombardier, a finales de 2023 y tenía previsto entregar 19 de estos aparatos.

El proceso de certificación de nuevos aviones en Estados Unidos ha sido objeto de un mayor escrutinio tras los accidentes mortales de dos vuelos del Boeing 737 MAX en octubre de 2018 y marzo de 2019. Los responsables del sector esperan que esto persista después de que un tapón de la puerta se desprendiera de un MAX 9 de Alaska Airlines en pleno vuelo en enero.

El presidente de Gulfstream, Mark Burns, dijo en 2019 que creía que la FAA buscaría más información durante la certificación del G700, tras los accidentes, pero que no esperaba ninguna petición poco razonable.

Gulfstream dijo que el G700 tendrá distancias de despegue y aterrizaje más cortas de lo previsto originalmente.

"Hemos completado con éxito el programa de certificación más riguroso de la historia de la compañía con el G700", dijo Burns.

En septiembre, la compañía anunció mejoras en el rendimiento, afirmando que el alcance del G700 había aumentado hasta las 7.750 millas náuticas (14.353 kilómetros) a Mach 0,85, al igual que su velocidad máxima de operación, para convertirse en el reactor Gulfstream más rápido.

Los fabricantes de aviones de negocios esperan que se mantenga el apetito de los clientes por los aviones privados tras el auge experimentado durante la pandemia del COVID-19, pero la ralentización del crecimiento mundial en 2024 y la creciente disponibilidad de aviones de segunda mano podrían lastrar la demanda.

Boeing lleva años esperando la certificación de su 737 MAX 7 más pequeño y de su MAX 10 más grande, y ahora se enfrenta a nuevos obstáculos después de que retirara en enero una solicitud de exención de seguridad clave que podría haber permitido a la FAA acelerar la aprobación del MAX 7.