La jornada nacional de huelgas y protestas es una gran prueba para el presidente Emmanuel Macron, pero también para los sindicatos.

Los sondeos de opinión muestran que los votantes franceses rechazan de forma abrumadora una reforma que, según el Gobierno, es vital para garantizar que el sistema de pensiones no quiebre.

El reto para los sindicatos, que son mucho menos poderosos en Francia de lo que solían ser, es si pueden transformar esa oposición a la reforma -y el enfado por la crisis del coste de la vida- en una protesta social masiva que dure más allá del jueves y consiga finalmente que el Gobierno dé marcha atrás.

"La inflación, las condiciones laborales, las pensiones... (la gente) está harta de todo esto y por eso creemos que muchos se unirán a nosotros", dijo Simone Legendre, miembro del sindicato CFE-CGC que representa a los trabajadores de cuello blanco.

Para Macron, lo que está en juego son sus credenciales reformistas, tanto en casa como ante sus homólogos de la Unión Europea, así como mantener bajo control el gasto público.

Retrasar dos años la edad de jubilación y ampliar el periodo de cotización supondría un ahorro adicional de 17.700 millones de euros (19.100 millones de dólares) en las cotizaciones anuales a las pensiones, lo que permitiría al sistema alcanzar el punto de equilibrio en 2027, según las estimaciones del Ministerio de Trabajo. Los sindicatos argumentan que hay otras formas de garantizar la viabilidad del sistema de pensiones.

El portavoz del gobierno, Oliver Veran, declaró que el gabinete estaba "tranquilo, decidido" ante la huelga e instó a los trabajadores a no paralizar el país.

Los sindicatos han descrito la jornada como un punto de partida, al que seguirán más huelgas y protestas.

"Lo que nadie puede saber, e incluso los sindicatos no saben, es si los franceses están lo suficientemente cruzados como para ... bloquear el país", dijo el profesor de Sciences Po Bruno Palier.

La reforma aún debe pasar por el Parlamento, donde Macron ha perdido la mayoría absoluta pero espera conseguir que se apruebe con el apoyo de los conservadores.

NADA BUENO

Los transportes públicos sufrirán graves perturbaciones el jueves.

Sólo funcionarán entre una de cada tres y una de cada cinco líneas del TGV de alta velocidad, y apenas circularán trenes locales o regionales, según informó el operador ferroviario SNCF.

Alrededor de siete de cada diez profesores de primaria han declarado que irán a la huelga, según su principal sindicato, mientras que no se enviarán productos petrolíferos refinados desde la refinería de TotalEnergies en Dunkerque, ya que los trabajadores de la refinería se unen a la acción.

"No hay nada bueno en esta reforma", dijo Rozenn Cros, en la ciudad meridional francesa de Cannes, mientras ella y otros profesores se preparaban para la huelga, con pancartas que incluían "No al 64".

El sindicato francés de línea dura CGT ha amenazado con cortar el suministro eléctrico a los legisladores y multimillonarios, mientras que el gobierno dijo que 10.000 policías estarían en las calles para intentar asegurarse de que las protestas no se tornen violentas.

Mientras tanto, Macron y varios de sus ministros estarán en Barcelona el jueves para una reunión con el gobierno español. (1 dólar = 0,9246 euros)