LONDRES (Reuters Breakingviews) - En 2021, Enel tenía el mundo a sus pies. Gracias a las tempranas apuestas en energía eólica y solar de Francesco Starace, consejero delegado desde 2014, la eléctrica italiana valía 105.000 millones de dólares y parecía encaminada a convertirse en una de las ganadoras de la transición energética.

Dos años después, Starace fue sustituido por el Gobierno, que controla el 24% de Enel, la deuda neta del grupo aumentó debido a la crisis energética y el valor cayó a 65.000 millones de dólares.

Sin embargo, es posible que la caída que está experimentando Enel en la bolsa italiana, donde el grupo ha llegado a caer hoy hasta un 4%, sea una reacción exagerada.

Enel sigue siendo el mayor operador privado de energías renovables del mundo, y su objetivo de 75 gigavatios de capacidad de energía verde para 2025 es muy superior a los objetivos declarados de los últimos participantes en la mesa de la energía verde, como BP.

Y aunque Starace ha sido sustituido por Flavio Cattaneo, actualmente al frente de Italo-NTV, con el ex consejero delegado de Eni, Paolo Scaroni, como presidente, se trata de dos ejecutivos experimentados que probablemente llevarán a cabo un plan para reducir la deuda mediante la venta de activos no estratégicos.

Sin embargo, Enel puede encontrarse aún en una encrucijada. Si Giorgia Meloni tiene realmente la intención de convertir Italia en un centro de gas, la mayor empresa de servicios públicos del país podría centrarse más en este objetivo que en competir con otras estrellas verdes como la española Iberdrola por proyectos renovables en todo el mundo. Dados los antecedentes de Scaroni, incluso podría parecer una buena idea combinar Enel y Eni para crear un gigante centrado en el ámbito nacional en lugar de una estrella mundial de las emisiones cero. Esto podría hacer a Enel menos atractiva para los inversores internacionales que en el pasado.

(George Hay y Pamela Barbaglia, traducido por Luca Fratangelo, edición de Stefano Bernabei)