Al igual que la empresa estadounidense Xylem, de la que hemos hablado recientemente en estas columnas, Tomra no es muy conocida por el gran público, pero sus equipos son omnipresentes. La empresa nació en 1972 con la instalación de un primer sistema de RVM en un supermercado de Oslo. En francés, se denomina máquina clasificadora automática con gratificación. Se trata de grandes máquinas que a veces pueden verse en los aparcamientos de los supermercados y que ofrecen una pequeña cantidad por reciclar botellas de PET o latas de aluminio. Este modelo está bastante extendido en varios países. En Francia, choca con el temor a la financiarización del reciclaje y a la pérdida de ingresos de los sectores tradicionales supervisados por las autoridades locales. No es nuestra intención reabrir este debate, pero digamos que el noruego responde a este tipo de críticas subrayando que la tasa de reciclado es más elevada y que el sector es mucho más eficaz en los países menos reticentes.

 

Noruega ofrece todo tipo de soluciones de reciclaje (como aquí en Finlandia)

Noruega ofrece todo tipo de soluciones de reciclaje (como aquí en Finlandia)

Tomra
ha construido su modelo de negocio sobre máquinas dedicadas a este tipo de recogida y sobre la economía de la venta inversa, es decir, la recuperación de envases retornables. También en este caso, el grupo señala estadísticas irrefutables: en Europa, los sistemas con depósito tienen tasas de reciclado mucho más elevadas que los sistemas tradicionales. Hasta principios del siglo XXI, Tomra obtenía todos sus ingresos de la recogida y el reciclado. A partir de 2004, el negocio de "soluciones de clasificación" pasó a formar parte de la facturación. Para ello, Tomra desarrolló tecnologías de clasificación óptica. El objetivo era identificar mejor los materiales recuperados para maximizar su valor. Estas soluciones se ofrecieron a los actores de la recogida en ámbitos que iban desde los residuos domésticos hasta la construcción y las obras públicas, pasando por la industria y el textil. Fue una apuesta ganadora, ya que en 2019 las divisiones de soluciones de recogida y clasificación generaron tantos ingresos la una como la otra. El éxito de las tecnologías de clasificación se extendió después al sector alimentario, para calibrar y clasificar varios tipos de alimentos, en particular frutas y verduras.

A partir de ahora, Tomra se basará en tres pilares. La recogida (51% del volumen de negocio en 2022) sigue siendo la actividad principal, por delante de la clasificación de alimentos (30%) y la clasificación del reciclaje (19%). Con semejante pedigrí, el grupo puede prescindir de una empresa especializada en greening & communication para contar su historia: su tecnología de clasificación subyacente está en el centro de la economía circular y la optimización de los recursos alimentarios. Todo ello con unas cuotas de mercado mundiales considerables, ya que oscilan entre el 25% para la clasificación de alimentos frescos y el 70% para el depósito automatizado.

Objetivos 2027 (Fuente Empresa)

Esta estrategia ha garantizado un crecimiento medio de las ventas ligeramente superior al 10% anual en los últimos diez años, señal de una máquina bien engrasada. La dinámica se ha visto reforzada por adquisiciones regulares y a menudo relevantes, que no han añadido excesivo volumen al balance, ya que la cobertura de la deuda por los beneficios sigue siendo muy buena. Estas operaciones de crecimiento externo tampoco han deteriorado la rentabilidad, con un margen de explotación que se ha mantenido en torno al 13% durante el mismo periodo. En el último ejercicio, la facturación alcanzó los 12.200 millones de coronas noruegas, es decir, algo más de 1.000 millones de euros. Tomra es, por tanto, una empresa de tamaño medio, pero su huella sectorial es considerable. Los múltiplos de valoración están en consonancia con la calidad de los activos. Un inversor que se posicione ahora paga unas 30 veces los resultados esperados en 2024. El múltiplo es elevado aunque está por debajo de la media histórica (cerca de 40 veces). Refleja el posicionamiento único de la empresa en un mercado que se apoya naturalmente en la creciente regulación medioambiental y en la cuenta atrás climática: al ritmo actual, en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.

Fuente: MarketScreener