Cardiol Therapeutics Inc. anunció que MAvERIC-Pilot está inscribiendo a 25 pacientes en centros de investigación médica de Estados Unidos especializados en la atención de la pericarditis. El Presidente del estudio es el Dr. Allan L. Klein, Director del Centro de Enfermedades Pericárdicas y Profesor de Medicina del Instituto Cardiaco y Vascular de la Clínica Cleveland. La pequeña molécula principal candidata a fármaco de la empresa, la solución oral CardiolRx (cannabidiol), está fabricada farmacéuticamente y se encuentra en fase de desarrollo clínico para su uso en el tratamiento de enfermedades cardiacas.

Se sabe que el cannabidiol inhibe la activación de la vía del inflamasoma, un proceso intracelular que desempeña un papel importante en el desarrollo y la progresión de la inflamación y la fibrosis asociadas a la miocarditis, la pericarditis y la insuficiencia cardiaca. Cardiol ha recibido de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos la autorización de solicitud de nuevo fármaco en fase de investigación para realizar estudios clínicos que evalúen la eficacia y la seguridad de CardiolRx en dos enfermedades que afectan al corazón: (i) un estudio piloto abierto multicéntrico de fase II en pericarditis recurrente (el estudio piloto MAvERIC-P en pericarditis recurrente (el estudio piloto MAvERic; NCT05494788), una enfermedad inflamatoria del pericardio que se asocia a síntomas como dolor torácico debilitante, dificultad para respirar y fatiga, y que provoca limitaciones físicas, reducción de la calidad de vida, visitas a urgencias y hospitalizaciones; y (ii) un ensayo de fase II multinacional, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo (el ensayo ARCHER; NCT05180240) en la miocarditis aguda, una causa importante de insuficiencia cardiaca aguda y fulminante en adultos jóvenes y una de las principales causas de muerte cardiaca súbita en personas menores de 35 años. Cardiol también está desarrollando una novedosa formulación farmacológica de cannabidiol administrada por vía subcutánea para su uso en la insuficiencia cardíaca, una de las principales causas de muerte y hospitalización en el mundo desarrollado, con unos costes sanitarios asociados que en Estados Unidos superan los 30.000 millones de dólares anuales.